lunes, 29 de septiembre de 2014

México DF, día 27: Tlalelolco y Basílica de Guadalupe

Hoy hice algo que no hay que hacer: "almuerzo y a la tarde salgo de paseo". Comenzar el paseo (es decir, entrar al metro) a las 15 hs. no es buena idea, al menos en temporada de lluvia. Si el día está soleado, hay que aprovecharlo. Pues bueno... hoy me levanté, desayuné en casa y a eso de una y media salí a almorzar. Tipo 15 hs. me metí en el metro y bajé en Tlatelolco... el viaje habrá durado 20 minutos y en ese período el cielo pasó de estar "algo nublado" a "totalmente encapotado". Conclusión: partes del paseo estuvieron acompañadas de lluvia fuerte y regresé a casa con las zapatillas de trekking y las medias empapadas. Es que si hubieran visto el cielo al mediodía ni locos se hubieran puesto botas de lluvia.

Dicho esto: el recorrido del día me llevó al norte de la ciudad (est. de Metro Tlatelolco, línea 3; a unos 2 km del Palacio de Bellas Artes derecho por Eje Central Lázaro Cárdenas). Quería conocer la Plaza de las Tres Culturas, llamada así porque cuenta con construcciones prehispánicas, coloniales y modernas. Además, la Plaza de Tlatelolco es tristemente célebre por dos situaciones trágicas: fue uno de los sitios prehispánicos que cayó en manos de los españoles en 1521, y allí ocurrió la matanza de estudiantes de 1968, a pocos días de que comenzaran los Juegos Olímpicos en la Ciudad de México. Les dejo este texto de Elena Poniatowska que explica muy bien lo que ocurrió en ese momento. 

Al salir del Metro me encontré desconcertada, no había forma de saber para dónde salir ya que la estación está rodeada de monoblocs. En rigor, el "Conjunto Urbano Nonoalco de Tlatelolco" es uno de los barrios de monoblocs más grandes de México, construido en los años '50-'60 [igual que mi casa!]. De lejos se me notaba que era turista, encima me fui vestida de colores llamativos... pero bueno, pregunté a un mozo el camino, puse mi mejor cara de "Papá, soy de Parque Avellaneda, aguanten los monoblocs" y fui para la Plaza. La Plaza incluye el sitio arqueológico de Tlatelolco, o al menos parte de él (debe haber bastante bajo las calles), y la entrada es gratis. Tiene un diseño similar al Templo Mayor, sumando un amplio espacio abierto donde en época mexica se asentaba el mercado; se nota que es una zona menos turística porque "museísticamente" está un poco abandonado. Pero se puede recorrer el sitio por los caminos indicados, y hay relativamente poca gente. En un sector de la Plaza se encuentra el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, fundado por los mismísimos Sahagún y Zumárraga; no pude visitarlo porque estaba cerrado, y tampoco pude entrar al Centro Cultural Universitario (ex-sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores). En otro sector de la plaza hay una amplia explanada con un monolito recordatorio de la matanza de 1968... ocurrida un 2 de octubre; al faltar poco tiempo para el aniversario estaba cubierta de coronas de flores y había un par de personas filmando una nota periodística sobre el tema. Frente a la plaza está uno de los monoblocs, el edificio "Chihuahua", desde donde se sospecha comenzaron los disparos. Pone la piel de gallina pensar en todas las cosas que ocurrieron en ese lugar. 

Al retirarme de la plaza comenzó a llover cada vez más fuerte. Una chica prevenida siempre sale con paraguas, y en este primer tramo alcanzó. Con valentía decidí continuar con el plan trazado y llegar, tras un par más de estaciones de metro, a la Basílica de Guadalupe. Con más valentía caminé las cuadras que separan la Basílica de la estación, ya que la lluvia caía cada vez más con más fuerza (ahí comenzaron a mojarse las patitas). Pero, oh! ¿Casualidad? ¿Milagro? Apenas entré al grandísimo espacio frente a la Basílica la lluvia se detuvo, y el cielo se volvió un espectáculo de nubes grises, nubes blancas, manchas celestes y arco-iris. 

La Basílica de Guadalupe es en realidad un conjunto religioso enorme, que cubre parte del Cerro Tepeyac y que incluye: la basílica actual (de los años '70), la basílica antigua (súper torcida, como los edificios antiguos de la ciudad), el Convento de las Capuchinas, varias capillas, un museo y un jardín grande y muy cuidado con las escaleras que suben el cerro hasta la Capilla del Cerrito. Vale la pena subir, ver todo el complejo desde arriba y la tormenta desatándose sobre distintos rincones de la ciudad. 

La Basílica de Guadalupe es tan importante para los mexicanos como la de Luján para el catolicismo argentino; pero en números lo es mucho más: según Wikipedia es el "recinto mariano más visitado del mundo, superado solo por la Basílica de San Pedro".  La historia sostiene que fue en este cerro donde el indio Juan Diego (ahora San Juan Diego, canonizado por Juan Pablo II) tuvo las apariciones de la Virgen en una fecha tan temprana como 1531. Cuando Juan Diego se dirigió al obispo de México para contarle lo ocurrido y desplegó el paño en el que llevaba unas flores, ahí estaba impresa la imagen de la Virgen con rasgos mestizos. La historia de Guadalupe y su relación con la identidad mexicana es más que interesante, y no la voy a contar acá. 
La Basílica moderna tiene un diseño muy particular, es redonda, tiene muchísimas puertas y un techo irregular que en su momento (cuando viajé la primera vez) me pareció horrible... y cometí el error de decírselo a una devota de la Virgen (no lo hagan). Hoy lo aprecié con otros ojos. Podemos decir que no le falta estilo ni personalidad.
Apenas salí de la Basílica se largó a llover de nuevo (¿será que la Virgen quería que me quedara?), acentuando el proceso de ensopamiento de mis zapatillas. Así que emprendí el regreso. No sé si por la cara de cansada o porque realmente se me está empezando a notar la panza, un buen hombre me cedió el asiento (wiiiiii). A la vuelta descubrí un lugar donde comprarme tacos (más wiiiii), así que regresé, me sequé los pies y me dispuse a disfrutar de mi cena.

Mi duda ahora es ¿se secarán las zapatillas antes de mi regreso? Déja-vu de mi viaje de 2008: en ese momento visité la Basílica de regreso de Teotihuacán, llovió todo el día, volví con las zapatillas empapadas, no se secaron y las terminé dejando acá. Ok, sí, sólo me faltaban dos días para volver a casa, pero no es un buen antecedente.

Memorial de la Matanza de Tlatelolco 

Tlatelolco prehispánico y colonial 

Basílica de Guadalupe

Monumento de Juan Diego, el obispo y la aparición de Guadalupe

Vista desde el Cerro Tepeyac

Interior de la Basílica moderna




domingo, 28 de septiembre de 2014

México DF, día 26: Una tarde en la Alameda (y en Bellas Artes)

Hoy, sábado, hice un recorrido que bien podría empalmarse con la visita al Zócalo, la Catedral y el Templo Mayor... Pero ya saben que en este viaje voy paseando en cuotas. Hoy bajé del metro en la estación Hidalgo, que da justito en la esquina de la Alameda, un parque hermoso con fuentes y mucho verde. Salí del metro y había un concierto de rock cincuentoso, con varias personas bailando entre los puestos de comida, muy buena onda. Eso, más el día soleado, me inyectaron energía para seguir paseando.

Cerca de la Alameda están el Museo de la Revolución y el Museo Mural Diego Rivera, pero los excluí del paseo porque ya los conocía de mi viaje anterior al DF. Ok, sí fue hace seis años, podría haber ido de nuevo, pero prefería reservarme la energía para lugares nuevos. La caminata por la Alameda fue muy bonita, de a poco se fue llenando de gente, así como las calles adyacentes que explotaban de gente. Esta es una zona muy céntrica, cercana al Zócalo pero con bastantes otros lugares de importancia. También es lindo de visitar por la mezcla de estilos arquitectónicos: el hemiciclo a Juárez (monumento bien celebratorio), el templo Corpus Christi del siglo XVIII, el Museo de la Memoria y la Tolerancia, la modernidad de la Torre Latinoamericana (ícono de la ciudad y uno de sus edificios más altos), el art-decó del edificio de La Nacional, el eclecticismo del Palacio de Correos, y el plato fuerte: el Palacio de Bellas Artes. 

El Palacio de Bellas Artes, gran excluido de mi primer visita a la ciudad, era el objetivo de hoy. Por fuera, es un edificio imponente, que fue encargado por Porfirio Díaz pero que por avatares varios, como problemas del suelo y revoluciones, se inauguró recién en 1934 [en dos días cumple 80 años!]. En la explanada frente a su entrada hay jardines y esculturas, muy lindo todo. Por dentro, es el principal teatro lírico de la ciudad, y alberga muchísimos murales y un gran centro de exposiciones. Dos veces por semana hay espectáculos de danzas nacionales, y reciben obras de compañías de todo el mundo. La entrada cuesta $45 para el sector de arte (no para los espectáculos) y vale la pena. 

En los dos niveles pueden verse murales de Diego Rivera, de Siqueiros (incluyendo el que oficia de tapa de una de las nuevas ediciones de "Historia del Siglo XX" de nuestro querido Eric Hobsbawm), de Rufino Tamayo, Orozco, Jorge González Camarena, Roberto Montenegro, y Manuel Rodríguez Lozano. A estos tres úlimos no los conocía, y el conjunto me pareció fantástico. 

Lo más interesante, de todos modos, fue la exhibición temporaria (desde ahora y hasta enero 2015) "En esto ver aquello. Octavio Paz y el arte", en conmemoración del centenario de nacimiento del Nobel de Literatura mexicano. [Acá viene la parte en que improviso una crítica cultural / museística, mil disculpas a quienes se dedican a eso, lo mío es de aficionada]. La idea de la muestra es, de alguna forma, armar un recorrido por el arte del siglo XX, a partir de los textos y comentarios de Octavio Paz: literatura y artes plásticas en un diálogo más que interesante. El folleto de la muestra incluye fragmentos con los comentarios de Paz en torno a las obras que estamos viendo. Y apenas entrar me encuentro con aquellos tipos de los que me enamoré en el Centre Pompidou en París [ah listo qué snob]*: Picasso, Kandinsky y Miró. Pero también aparecen otros autores y movimientos: Juan Gris, Duchamp, Jackson Pollock, Gunther Gerzo, Siqueiros y Rivera (no pueden faltar), André Breton... entre muchísimos otros. Lamentablemente había mucha gente (qué raro...) y el espacio era pequeño, se complicaba detenerse en cada cuadro. En otro sector, más amplio y más despoblado, hay otras partes de la exposición: el arte erótico, incluyendo muchos materiales de la India, la escultura mesoamericana (con pocas pero significativas muestras de olmecas, mayas, zapotecas y teotihuacanos) y el arte novohispano. También es muy interesante el aspecto "interactivo": no solo acompañar la visita con la lectura del folleto, sino también ver pequeños clips en mini-cines, audios con entrevistas a Octavio Paz, vitrinas con sus libros y fragmentos de sus obras, pantallas touch donde podemos ver eventos importantes de la vida y la obra de Paz... de todo. Muy cuidadas mis palabras: ¡alta muestra se mandaron! Materiales donados o en préstamo de museos de todo el mundo, integración de nuevas tecnologías y un buen resumen de la vida y la obra de Paz [Súper interesante su historia: nació en 1914, su padre trabajó para Emiliano Zapata, él vivió en Yucatán, en Estados Unidos, Francia, India y Japón -donde fue embajador-, participó de las Brigadas Antifascistas en la Guerra Civil española, denunció los crímenes soviéticos en los años '50... en fin, los años interesantes de los que hablaba Eric. Y falleció acá cerquita, en Coyoacán]. 

Tanta cultura me dio hambre, y el exceso de gente (¿les dije que hay mucha gente) me abrumaba, así que me metí en el primer Sanborns que encontré para almorzar. Luego miré un par de tiendas con productos de marca, y salí rajando por los precios. Ah! En Sears también comenzaron con la decoración navideña... ¡en septiembre! Después hice una breve caminata por las callejuelas del centro histórico hasta aterrizar en el mítico Café Tacuba, donde tomé un capuchino mientras escuchaba mariachis y sacaba algunas fotos. Muy rico todo (lo que tomé yo y lo que se veía en los platos ajenos), pero hay que ir con tiempo, ya que suele haber espera. Una señora se me coló en la fila cuando estaba reservando la mesa grrrrrrr, pero luego como mi mesa era solo para una persona me tocó a mi primero, tomá, guacha!

El Café Tacuba tiene la grandísima ventaja de estar pegado a la boca del metro (estación Allende) así que el regreso a casa fue bien tranquilo. 

Espero que ustedes también hayan pasado un lindo sábado. Me despido hasta la próxima, que no creo que sea dentro de mucho, jiji. 

Alameda + Torre Latinoamericana

Palacio de Bellas Artes 

Alameda

Café de Tacuba


*para contrarrestar el snobismo escribo estas palabras acompañada de "Romance" de Luis Miguel a full. Escribo y canto a la vez: Usted me desesperaaaaa me mata menloqueceeeee.

viernes, 26 de septiembre de 2014

México DF, día 25: rutina universitaria

[advertencia: los precios están en $ Mexicanos, que calculando al dólar-tarjeta del día de hoy, están casi en paridad con los $ argentinos.]

Esta semana fue de bastante trabajo, no tuve feriados ni estudios médicos ni nada de eso, así que mis días fueron tales como querría el General: de casa al trabajo y del trabajo a casa. 

Como el laburo es bastante flexible, mis horarios se organizan según lo que decide mi revolucionado cuerpo: hay días en que duermo como tronco y otros en los que me levanto bien temprano. Hay días en que tengo náuseas y sólo tomo agua helada, y otros en que muero de hambre y necesito un desayuno bien completo, con jugo de frutas, huevos revueltos, pan con frilojes refritos, etc... 

El lugar donde vivo es súper tranquilo: en el piso de arriba de la casa hay otra habitación además de la mía. Allí se está alojando una estudiante colombiana, y en estos días se quedan también su mamá y su tía. Como buenas mamá y tía, se ocupan de que su hija y sobrina se alimente bien, y como me cruzaron en el pasillo el otro día me invitaron a desayunar con ellas. Estuvimos un buen rato comiendo y conversando: había café colombiano, que tuve que rechazar porque ya era demasiada cafeína para mi pobre criaturita, frutas, leche, hotcakes con mantequilla y miel y unas galletitas de maíz que aporté. Una bomba. Hablamos de todo un poco, de Colombia, de Buenos Aires y de qué guapos que son los argentinos (aaawwwww sí chicos, son muy churros). Ahora se fueron de paseo y las extraño.

Me estoy acostumbrando al desayuno móvil: pasar por algún café, comprar la bebida y llevarla con tapa y bombillita (acá bombilla = popote). Siiiii, café con bombilla. Y en la misma compra suelo incluir una botellita de agua, porque siempre hay que andar bien hidratados en DF, para prevenir los efectos de la altura y de la contaminación. Café latte "normal" en "La Hija del Jarocho" (como un café con leche argento): $17. Botellita de medio litro de agua: $6. Algo dulce para acompañar: a partir de $10. Cerca de la estación de metro hay un Starbucks, ahí te arrancan la cabeza: café latte $35, botellita de agua Evian $25, croissant con j/q $45. Fui solo una vez. 

Luego, el metro: pasaje $5 (se puede comprar el boleto individual o cargar una tarjeta). Ayer se portó de pelos conmigo, vino rápido y tanto de ida como de vuelta fui sentada. Hoy, que necesitaba llegar a horario porque tenía una reunión, me dejó casi a pata. Salí con tiempo, pero en mi estación se demoró unos 10 minutos, y dos estaciones más allá otros 15 minutos más... la gente empezó a ponerse ansiosa y a bajar. Ahí me enfrenté al dilema que tantas veces ocurre en Buenos Aires: confiar en que el tren arranque de nuevo o salir y tomar un colectivo o taxi. El tema es que la cantidad de gente que había hacía imposible pensar en tomar taxi... y colectivo ¿de qué línea? ¿dónde lo tomo? ¿cuánto demora? Ya fue... me quedé en el tren. Llegué a las 11:05 a Ciudad Universitaria, y ahí podía esperar hasta otros 20 minutos por el pumabus. Ya fue, ya llegué tarde, no puedo esperar más: taxi. Del metro al instituto $18. Pero madre mía... ¿era necesario ir a esa velocidad? Iba a todo lo que daba y tocando bocina, yo pensaba "tranquilo amigo, voy a una reunión, no a parir". 11:10 llegué a la reunión, que ya había comenzado. 

En el encuentro conocí a otros becarios que, como yo, están arrasando con las bibliotecas y los archivos de la ciudad (paráaaa, huracán investigativo!!!). Bueno, compartimos un poco el trabajo de cada uno y nos fuimos conociendo. Después, la mayoría con ánimos de socializar y conocer a "los nuevos compañeritos", nos fuimos a almorzar juntos a un restaurante muy lindo que hay en un museo cercano: una colombiana, otra argentina, tres mexicanos de distintos estados (Chiapas, Michoacán y Veracruz). Tal vez los siga mencionando en futuros posts, tal vez este haya sido nuestro primer y último encuentro. ¿Quién sabe? 

En el museo también hay un comedor universitario a precios estudiantiles, pero todos nos sentíamos millonarios y bueno, regalémonos un lujito. (Precios estudiantiles: menú aprox $65. Precios bacanes: plato, bebida, café y propina $150). Calculo que más a fin de mes iremos al comedor estudiantil jijiji. Otros días compro para el almuerzo bandejitas de comida en un kiosco cercano (spaghetti con bolognesa, arroz con zanahoria, pollo y arvejas, etc...), a $25-30 la porción, muy rico y llenante. En esos casos como en el patio del instituto, con ardillitas y lagartijas que corretean por ahí, y acompañada de la lectura de Embarazo para Dummies o Harry Potter and the Chamber of Secrets. Pero para esta comida al aire libre hay que estar atenta al gran problema de la ciudad: la lluvia.

El clima en DF a esta altura del año es jodido. A la mañana suele estar despejado y fresco, remera + saquito y a aguantar si hace algo más de frío. Pero no hay que exagerar con el abrigo, ya aprendí que al mediodía la temperatura sube, a veces, bastante (de 15° a 24° por ej.). Por la tarde, a partir de las 4 o 5, lo más esperable es que se nuble y llueva. Tal vez se nuble y no llueva hasta la noche, como hoy. La lluvia por lo general es tranqui, nada que un paraguas no solucione. Peeeeeeeero puede pasar que se encapote el cielo de golpe y se venga el mundo abajo: la furia de Tlaloc desatada sobre la ciudad, con granizo y todo. El otro día me agarró una de estas tormentas fuertes cuando estaba por salir de la biblioteca. Ni a palos salía en ese momento, así que me pedí otro libro y estiré dos horas más la estadía. 

A veces ceno temprano, de regreso a casa. A veces, me compro algo para comer en la habitación mientras chateo, escribo en el blog o subo fotos al facebook (gracias wifi por mantenerme conectada con mis amigos y familiares!), miro algún episodio de series y voy editando mis escaneos del día. 

Si esperan algún post de "Wild On: México" o "La descontrolada noche en DF", tendré que recomendarles que migren a otro lado. Acá lo que se impone es la fiaca... y los paseos diurnos. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

México DF, día 22: domingo de Templo Mayor, semana de trabajo

Hola a todos! ¿Me extrañaban? (paráaa quién sos?!) Bueno, yo sí los extraño, pero estos días la verdad estuve llegando a casa muy cansada, y no me daban ni ganas de prender la compu.

Paso a contarles mi paseo del domingo, día de la primavera para la mayoría de ustedes, inicio del otoño en DF. Pensaba levantarme temprano y aprovechar bien el día, que se anunciaba soleado... pues no. Me levanté tarde, y luego de un potente desayuno al mediodía cerca de la plaza de Coyoacán, me decidí por hacer la visita al Templo Mayor, que me había quedado pendiente de mi primer paseo por el Zócalo. ¡Menos mal que me lo dejé para otro día! Estuve un rato bastante largo. Además había mucha gente, porque el domingo es el día que los mexicanos visitan gratis los museos y sitios arqueológicos. 

El Templo Mayor era el centro del universo para los aztecas, el principal recinto sagrado de la ciudad de México - Tenochtitlán. Luego de la Conquista fue destruido, y muchas de sus piedras fueron utilizadas para construir edificios coloniales (como también pasó en Cuzco, por ejemplo). De a poco la ciudad se fue rellenando y transformando, y del Templo Mayor ni rastros. Por mucho tiempo se creyó que el Templo estaba bajo la Catedral Metropolitana y el Zócalo (muchas partes de él, como el juego de pelota, aparentemente sí están abajo de la Catedral). Hasta que en 1978 trabajadores de Luz y Fuerza, que colocaban cables para tomas de luz, perforaron el suelo y encontraron una piedra circular labrada... dieron aviso al departamento de Salvamento Arqueológico del INAH y ahí comenzaron los trabajos. Así se descubrió la piedra de Coyolxauhqui, y luego el recinto del Templo Mayor. Por lo tanto... todo el descubrimiento es muy moderno, y no vayan a esperar encontrar pirámides "intactas" o restauradas como Chichén Itzá o Teotihuacán. Sin embargo, recorriendo el interior se tiene una idea bastante clara de la importancia del lugar.

Dato importante: no se puede entrar con comida ni bebida. Lo que es algo incómodo dado el sol que pega fuerte este domingo de fin de verano... La primera parte del recorrido es a través de unas plataformas que van recorriendo los restos del Templo, que técnicamente tiene dos partes: el templo de Huitzilopotchli y el de Tlaloc. Se pueden ver paredes, recintos, frisos pintados, esculturas, etc, y por suerte en cada rincón hay cartelitos explicativos bastante claros. Es interesante visitar el sitio un domingo porque está lleno de chicos y adolescentes tomando nota para las tareas escolares, y es genial escuchar el asombro de los pibes y sus preguntas: "Papá, ¿por qué está todo tan destruido?". 

Luego de la visita al sitio se pasa a ver el Museo. Allí están expuestas muchas de las ofrendas que se hallaron en el templo, así como la gran estrella, la piedra de Coyolxauhqui, que se puede ver desde el piso más alto, en una especie de balcón para apreciarla bien. También hay explicaciones del imperio azteca (comercio, tributo, dioses, rituales), de los inicios de la arqueología en México, y enganché una exposición temporal, "Semillas de vida: la sexualidad en occidente", con un montón de figurillas de barro y cerámica del Occidente mesoamericano, más que interesante. Aunque un poco pequeño el espacio para la cantidad de gente que había. 

En fin, tanto el Templo como el Museo están buenísimos. Si vienen a pasear por la ciudad y andan con poco tiempo, se puede ir igual. Los días no-domingos calculo que hay menos gente; está a unos pasos del Zócalo y si no se detienen en cada cartel como yo, se puede hacer una visita corta. Además, es más pequeñito que el Museo de Antropología (ya voy a ir, ya voy a ir). 

Dato aparte para una situación bizarra que presencié. Lugar: fila del baño de mujeres del museo. Protagonistas: dos chicas coreanas, que estaban inmediatamente al lado mío en la fila. Mientras esperabamos con cara de poker (la cara que ponemos mientras esperamos nuestro turno es bastante universal) se acercan dos chicas mexicanas, cámara en mano, y les hacen señas. Pensé que querían pedirle a una de las coreanas que les saquen una foto (raro, porque en ese pasillo no había mucho para ver ni fotografiar) pero no: querían sacarse foto CON las coreanas. Las coreanas acceden, y en eso se llena de gente, un grupito de más de diez mexicanos y mexicanas de no más de veinte años sacándose fotos con las chicas como si fueran estrellas de rock. Al principio fue gracioso, pero después se notaba que las coreanas estaban incómodas, una de ellas (que no hablaba -o no quería hablar- inglés) se escondía atrás mío para no salir en la foto. La otra le ponía un poco más de onda. La fila para el baño seguía avanzando y la gente se metía adelante de las coreanas, así que me calenté y pegué un grito "CHICAS MIENTRAS SE SACAN FOTOS AVANZA LA FILA Y QUEREMOS IR AL BAÑO" (son las hormonas, perdón). Ni bola me dieron, pero al menos las coreanas se fueron acomodando en la fila y escapando del acoso. Les preguntaron el nombre y de qué parte de Asia eran, porque hasta ese entonces les decían "las chinas". Parece que algunas de las acosadoras eran fans de cosas coreanas, no entendí bien. Al terminar las fotos la coreana sociable me pidió disculpas en inglés:
- Van a ser famosas en México! - les dije - ¡son rockstars!
- No me sentí famosa, me sentí una atracción en el zoo.
Tremendo.

Bueno... luego del paseo me dirigí, gracias a recomendaciones, a la terraza de la Librería Porrúa, justo enfrente del Templo Mayor (hay que dar un rodeo para llegar, pasando por la puerta del Colegio San Idelfonso, al que quise entrar pero estaba lleno de gente). Ahí el ambiente es muy lindo, hay un restaurante y un barcito y se puede ver el Templo desde arriba, con la Catedral y el Palacio Nacional al fondo. Ahí me tomé una rica cerveza sin alcohol (bueno, "rica", es sin alcohol, salió lo más rica que puede salir...) y ví que se veía una hermosa tormentita, la primera del otoño. Así que derechito para casa. 

Lunes y martes fueron días de rutina laboral, de nuevo con lluvia por la tarde. Y calculo que seguiré así (con trabajo y con lluvia) hasta el finde. 

Nos vemos pronto amigos! Estudien la lección del día que cuando vuelva les preguntaré a todos por la Coyolxauhqui ;-)

Coyolxauhqui y, al fondo, Tlaltecuhtli

Vista desde el Museo: Templo Mayor, Catedral y Torre Latinoamericana

Chac-mool

Serpiente



sábado, 20 de septiembre de 2014

México DF, día 19: Bazar de sábado

El verano se despide del DF con un día espléndido. Bah, ayer también estuvo lindo el día, bien despejado, hasta las 3 de la tarde que se largó una súper tormenta y me agarró sin paraguas :-( Ayer terminé muy cansada y dormí un montón. Hoy me levanté algo tarde, remolonée, hice un primer desayuno y así zombi salí a la calle... sin protector solar. Error.

Me estoy acostumbrando a hacer desayunos grandes, aunque hoy cambié los huevos revueltos por hotcakes (una especie de waffles). Pedí manteca en lugar de miel, "no, no tenemos". Al rato vinieron con la traducción "manteca no tenemos, pero sí mantequilla". Eso es! ¡Mantequilla! Luego, bien energizada, salí para el paseo del día, el Bazar de Sábado en el barrio de San Ángel. 

Queda cerca, a unas 20 cuadras de donde estoy... en condiciones normales las caminaría, pero me fui a buscar un pesero (el bondi de cercanías se llama así, porque en algún momento supo salir un peso, pero ahora sale $5). Igual para llegar a él debí caminar bastante y dar toda la vuelta al vivero. [Primer queja del día: la estación de metros y bondis "Viveros" no tiene entrada al Vivero. O sea: para ir al transporte público hay que dar toooooda la vuelta al parque , que tiene puertas y está todo enrejado, en lugar de cruzarlo en diagonal. La caminata es linda, pero ponganse las pilas!] 

San Ángel es un barrio en cierto modo similar a Coyoacán: era un pueblo colonial que en el siglo XX se vió engullido por la metrópolis, pero guarda cierto encanto. Tiene callecitas empedradas y angostas por donde caminar, iglesias bien viejitas y dos plazas que los sábados se llenan de gente. Hay una feria, o "tianguis" (palabra nahuatl para "mercados"), de artesanías, donde se puede comprar de todo: ropa, joyas y bijou, textiles, artesanías en madera, remeras pintadas, de todo un poco. Los pasillos son angostos, así que hay que ir con paciencia porque se llena de gente enseguida. En los alrededores del mercado hay muchas tiendas de arte y casas de artesanías, además de vendedores ambulantes de lo que se les ocurra, y mucha gente pidiendo. En diagonal al mercado hay una plaza que también está llena de gente, vendedores, artistas exponiendo sus cuadros, hoy había un concierto de rock y muchos puestitos de comida. Me ofrecieron un unguento extraño "anti-estrés" que me pusieron en las manos, y me regalaron una cucharadita de helado de jamaica (una flor con la que también se hace una bebida, el "agua de Jamaica") que me tentó, y me terminé comprando un vasito... Muy refrescante para un mediodía de sol y calor como hoy.

Es un muy lindo lugar para pasar la tarde de sábado y comprar cosas. Yo me conozco y fui con poco dinero para no gastarme todo ahí. También hay muchos barcitos, restaurantes y galerías de arte. El tema es que hay mucha gente y poco lugar para sentarse. Cerca del Bazar está la Casa-Estudio de Diego Rivera, pero cuando quise ir realmente ya no tenía energías. Tal vez más adelante vaya de nuevo.

En el regreso, luego de almorzar, me volví en pesero hasta los Viveros (o sea, hasta la otra punta de los Viveros). Mi idea era tirarme en un banquito a la sombra para leer, pero... [segunda queja del día] los viveros cierran a las 18, aunque se hace de noche 19.30. Dado que me quedaban pocos minutos y no quería quedar encerrada del lado de adentro, volví con tranquilidad a casa, refrescándome a la sombra y disfrutando del silencio y del verde del lugar. 

Opinión estrictamente personal [como todo el blog, en realidad, ja]: como paseo, me gusta más Coyoacán que San Ángel. Es más amplio y colorido, con más lugar para caminar, más lugares que visitar y más barcitos para elegir. En San Ángel el Bazar del Sábado abre, justamente, los sábados, a partir de las 11. Es chiquito y se recorre rápido. De todos modos, dado que Coyoacán y San Ángel son dos barrios muy cercanos, se puede ir de uno a otro en pesero, taxi, o incluso a pie [unas 15-20 cuadras] por lo que si uno tiene ganas y arranca el paseo temprano puede visitar ambos en un día. 

Fin del día: el sol de la ciudad me pegó bastante y llegué a casa aniquilada. Me espera una nutritiva (?) cena de queso y lomito ahumado que compré en un negocio del barrio. Veremos qué visita preparo para mañana, dependiendo del clima, de mi energía y del estado tomatoso de mi cara. 

Postdata: aunque la ciudad está buenísima y la experiencia más aún, extraño varias cosas de Buenos Aires. Obvio a mi marido (muaaaks!), a la familia (saludos a mis padres, a mis cuñados, a Lauti, a las tías!), pero también ciertas cosas cotidianas: mi almohada triangular, saber los recorridos de la mayoría de los bondis, los negocios de mi barrio (saludos al carnicero y al verdulero!), la pileta donde voy a natación, mi cocina (con una rica carne al horno con papas, cebollas y morrones mmmm) y los alfajores. Aunque no estaba comiendo muchos alfajores en Bs. As., ahora que estoy lejos me doy cuenta cuánto los quiero :D



jueves, 18 de septiembre de 2014

México DF, día 17: Polyforum y World Trade Center

Hoy conocí nuevos rincones de la ciudad y un nuevo medio de transporte. Como debía hacerme un estudio médico (¡que por suerte salió bien!) me dirigí al World Trade Center, una torre de oficinas y comercios ubicada cerquita de la Av. Insurgentes. Como temía llegar tarde a la cita, salí con mucho tiempo de anticipación. El día amaneció totalmente despejado y tibio, así que salí por primera vez sin paraguas. Una pequeña caminata rodeando los Viveros, hasta conseguir un pesero (colectivito) que me acercara hasta el siguiente paso: la parada de Metrobus.

El Metrobus es... un metrobus en serio. El boleto se paga con tarjeta cuando se entra al andén (como en el metro, de hecho la misma tarjeta sirve para ambos). Yo no tenía tarjeta, pero la compré ahí mismo en la estación en unas maquinolas destinadas a venta y recarga. La estación es pequeña, y ahí sube la gente que va en ambas direcciones del Metrobus. Por suerte como pasa con frecuencia no se llena demasiado... o al menos no pasó eso cuando yo estaba esperando. El recorrido de esta línea de Metrobus es de 17 km, y puede combinarse con otras líneas que la cruzan, como si fuera el metro. El precio es el mismo independientemente del recorrido. En la estación se indica bien en qué parte se abren las puertas del bus, hay buses simples o con fuelle en el medio, y una vez arriba se recorre un carril exclusivo con boulevard arbolado en el medio [sí, Macri, se puede hacer metrobus y mantener árboles al mismo tiempo!]. El trazado del Metrobus complementa al del metro: no hay un metrobus por arriba de una línea de metro como en la 9 de julio, sino uno por una avenida alejada del metro (como Juan B. Justo). En resumen: ahora que aprendí a usarlo me hice fan del auténtico Metrobus. 

La línea que tomé recorre la Av. Insurgentes, y es muy linda, muy comercial, muy poco insurgente, ja. Tiene shoppings, restaurantes, edificios muy modernos de bancos y empresas (como Catalinas Norte, pero durante muchos kilómetros), veredas amplias y arboladas. También pasé por el Parque Hundido, llamado así porque está por debajo del nivel de la calle. Parece muy lindo, ya iré de nuevo. Finalmente y luego de esquivar muchos pasajeros (el Metrobus también se llena, claro) llegué a la estación correspondiente, "Polyforum". Como llegué súper temprano pude pasear un poco.

El Polyforum Siqueiros es un museo que alberga un gran mural con el rimbombante nombre "La Marcha de la Humanidad", pintado por uno de los grandes muralistas mexicanos, David Alfaro Siqueiros. Tal vez les suene su nombre porque también puede verse un mural suyo en el Museo del Bicentenario en Buenos Aires, exhibido luego de un largo período de abandono y posterior restauración. En este museo está el mural interior, el más grande del mundo, que combina pintura y escultura en la bóveda del primer piso. Allí hay un amplio espacio cultural donde se realizan distintas actividades; en la planta baja hay actualmente una exhibición de arte. Lo que más me impactó fue la fachada, también con paneles exteriores pintados por Siqueiros, y un muro con retratos de los muralistas mexicanos. Les debo saber de qué material está hecho. La entrada al Polyforum vale $15.

A la vuelta del Polyforum está el World Trade Center, un edificio que según me contaron estuvo abandonado y sin terminar durante décadas. Recién en los años '90 se inauguró como Centro de Convenciones, espacio de oficinas, centro comercial, cine y con algunos bares. Desde lejos se reconoce porque es una mole azul de vidrio con una cima circular, ya que arriba de todo tiene un restaurante giratorio. Para entrar al WTC hay que registrarse como visitante, dejando una identificación y tras la toma de una fotografía. Hay que tomar el ascensor correcto ya que no todos paran en todos los pisos. Luego de una larga espera y una larga ecografía, me fui con mis resultados y buenas noticias a celebrar y regalarme un almuerzo giratorio con vista a la ciudad. El día despejado y libre de smog lo ameritaba. El restaurante no es barato, mucho menos si una viene acostumbrada al menú estudiantil, pero tampoco es imposible (plato, bebida y té a partir de unos 22USD). También se puede ir solo a "tomar algo". Obviamente me pedí lo más barato jijiji. El lugar demora alrededor de una hora en dar toda la vuelta, la comida es buena y las vistas son inigualables: la ciudad, las montañas lejanas pero también las más cercanas y habitadas, los parques, las autopistas. Sin conocer toda la ciudad, pude ubicar algunos puntos importantes como la Av. Insurgentes, la Av. Reforma, el Bosque de Chapultepec y el aeropuerto. Si tienen tiempo pueden visitar esta zona que contrasta enormemente con la bohemia de Coyoacán y la antigüedad del Centro Histórico. 

Dejo unas fotitos, nos vemos la próxima!








martes, 16 de septiembre de 2014

México DF, día 15: Celebraciones de la Independencia

Hoy les escribo desde un día atípico en la ciudad: es feriado, con muy poca gente en las calles y mucho silencio. No llovió ni ayer ni hoy, me levanté sin despertador y con el ruido de los pajaritos, muy idílico todo. [Igual al rato el cielo se llenó del retumbar de los aviones en el desfile militar, así que el silencio duró poco.]

¿Qué se festeja? Básicamente, el inicio del movimiento de independencia el 16 de septiembre de 1810. Pero para simplificar, digamos que es el "día de la Independencia", y tiene una importancia similar al 25 de mayo en Argentina. No quiero hacer un paralelismo reduccionista, diciendo que los mexicanos son más patriotas que los argentinos por cómo se celebra. Pero es cierto que el festejo implica mucha más participación popular que un simple "día sin trabajar". 

Los festejos comienzan en la noche del 15, cuando se celebra "el grito", donde básicamente se rememora el Grito de Dolores, que según la tradición es el evento que dio inicio a la guerra de independencia. La joda comienza temprano; en la plaza de Coyoacán se montó un escenario donde desfilaron artistas desde la tarde. Yo fui hacia allá a eso de las nueve y algo, y mi preocupación por andar sola se terminó apenas crucé la puerta de calle: el tránsito en el barrio era súper intenso, y ya casi no había lugar para estacionar. La gente se iba sumando, las calles que rodeaban a la plaza estaban cerradas cuatro o cinco cuadras antes, y para cuando llegué éramos una multitud. Los bares estaban llenos, había ferias y juegos mecánicos en las calles adyacentes, mucho color, música y puestos de comida. La gente se disfraza: se ponen gorros, pelucas, pestañas postizas, vestidos para las niñas, trajecitos de patriota para los niños, vinchas con flores, caritas pintadas... como si fueran las coloridas hinchadas del mundial de fútbol, pero en la ciudad. Yo me compré una minibanderita, porque claro, el mexchandising era mucho más caro anoche que durante los otros días de la semana. Una banderita que antes estaba $20 ayer salía $60. La gente festeja como se le ocurre mejor: un mexicano envuelto en su bandera y con su bulldog vestido al tono, o incluso un flaco vestido de Batman (?). 
Mientras buscaba un lugar en la plaza, la cantante (que tiró unos cuantos temas en inglés, como para no comernos esto del patriotismo 100%) convocó a uno de sus coristas, "Rúben", a unirse en un tema a dúo. Y un pibe atrás mío dijo "Robben está aquí?! Pero... pinche Robben! No fue penal!". Se ve que las heridas del mundial nos duelen en todas las latitudes. Casi le doy un abrazo fraterno. 

A las 23 horas las autoridades correspondientes (el Presidente en el Zócalo, los gobernadores, presidentes municipales, etc.) arengan a la gente reunida en la plaza para celebrar a los héroes de la independencia. Comienzan indicando quiénes acompañan en el palco oficial, recibiendo a la bandera y explicando por qué es importante el evento. Cuando estuve en 2008 en Palenque, se habló de la importancia de "defendernos contra los españoles", mientras que ayer se enfatizó el "defendernos contra la injerencia de cualquier gobierno extranjero", luego de mencionar la invasión norteamericana sufrida en el siglo XIX. Y luego sigue una arenga más o menos así [después de cada frase, todos responden con un ¡Viiiivaaaa!]: 

¡Mexicanos!
¡Vivan los héroes que nos dieron patria!
¡Víva Hidalgo!
¡Viva Morelos!
¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!
¡Viva Allende!
¡Vivan Aldama y Matamoros!
¡Viva la independencia nacional!
¡Viva México! 
¡Viva México! 
¡Viva México!

Ahí explota la plaza, la gente celebra, aplaude, vuelan papelitos, se canta el himno y comienza la parte que más me gusta: los fuegos artificiales, obviamente en su mayoría blancos, rojos y verdes ("Mamá! Qué chido!" decían los nenes). Y luego sigue la fiesta: la gente se anota en los juegos, compra comida en los puestos, o escucha los conciertos que siguen hasta entrada la noche. Ayer estaba llamado Alex Syntek, que parece que es famoso por estas latitudes. Quise quedarme a escucharlo, pero el cansancio y la incomodidad (dos horas y pico parada y rodeada de gente... mmm... suficiente) me hicieron volver a casa. 

Hoy, la ciudad está como con resaca. Hay gente en la calle, es feriado, no un día post-apocalíptico. Pero está bueno bajar el ritmo. Así que hoy salí de caminata, fui a almorzar tranquila y con el postre (pastel tres leches) venía... decoración patriótica: le agregan kiwi y frutilla para combinar los colores. Son días de mexicanidad al palo. Para compensar, meriendo una vauquita como para no olvidar de dónde vengo.



Plaza previa al grito, las multitudes estaban en otros lados y las fotos no salieron bien
Fuegos artificiales

Postre Patriótico


lunes, 15 de septiembre de 2014

México DF, día 14: Chapultepec y Condesa

En verdad pareciera que hice todo ese paseo en un día, pero fueron dos. Domingo al Castillo de Chapultepec, y lunes (feriado puente) en Condesa. Si alguien está pensando en visitar DF pero tiene menos tiempo, varios de estos barrios (Condesa, Roma, la Av. Reforma y algo del Bosque de Chapultepec) están cerquita y se pueden visitar en un día.

El Bosque de Chapultepec es una zona verde muy grande, ubicada en el cerro del mismo nombre, (en náhuatl significa "Cerro de los chapulines"). Tiene en su interior lagos, espacios de juegos, un zoo, varios museos (incluyendo el de Antropología y el de Arte Moderno) y el Castillo de Chapultepec / Museo Nacional de Historia. A este último me dirigí.

A pesar del clima lluvioso y el feriado puente, el Bosque estaba lleno de gente. Los domingos, los mexicanos y residentes tienen acceso gratis a los museos, así que la entrada para el Castillo era larga y había que hacer fila. Por suerte avanzaba rápido. Hay muchísimos vendedores de comida, juguetes / gorras / capas de superhéroes / máscaras de luchadores para niños, capitas para la lluvia y paraguas (aquí llamados "sombrillas")*. 

Vale mucho la pena visitar el castillo y conocer su historia. Se pueden ver retratos y objetos de la época virreinal, las habitaciones utilizadas por Maximiliano y Carlota, murales de Siqueiros, grandes jardines y hermosas vistas de muchos barrios de la ciudad. Dado que el Castillo está sobre un cerro y rodeado de árboles, la vista es amplia y libre. Si el día hubiera estado soleado, seguro se habrían visto mejor las montañas que rodean la ciudad. Hay que tener algo de energía para ver el Castillo porque hay que subir un poco, y arriba no se puede comer ni beber. Así que vayan desayunados o almorzados :-) La lluvia me tocó en la subida y en la bajada, pero nada que un paraguas y buen calzado no puedan remediar. 

Hoy, feriado y lindo día, busqué un paseo tranquilo. La mayoría de los museos cierran los lunes, así que me dirigí hacia el barrio de La Condesa: bares, parques y lindos boulevares para caminar. Allí se puede comer de todo: hay varios restaurantes argentinos y uruguayos, también de comida india, china, en fin... un mapamundi gastronómico.  A la noche debe tener mucha más actividad que al mediodía. Seguí recomendaciones (¡Gracias Bal!) y paré en El Tizoncito a comer tacos al pastor con agua de jamaica. Sirven un montón de salsitas para agregarle a la comida y probar con nachos, y los tacos son fabulosos. Tal vez pedirme una segunda orden fue demasiado... pero bueno, valió la pena. Y a precios más que accesibles. 

Ahora... a descansar. En un rato comienzan las celebraciones patrias y no me las quiero perder!! 
Ya les contaré.

Bosque y Castillo de Chapultepec 

Mural de Siqueiros "Del porfiriato a la Revolución"

Av. Reforma desde el Castillo 

Librería Fondo de Cultura Económica

Tacos dorados al pastor 

Parque México en Condesa
* N. de la R. --> acá me dicen que paraguas en México también se dice paraguas, lo de "sombrilla" lo escuché entre los vendedores ambulantes de Chapultepec.

sábado, 13 de septiembre de 2014

México DF, Día 12: otro paseo por Coyoacán

Estamos en fin de semana largo: lunes y martes próximos son feriados. Ayer mucha gente se fue de la ciudad, el tráfico era más caótico que nunca (siempre hay autos pero circulando, ayer estaba todo trabado) y la gente se iba de la UNAM con sus bolsitos directo a las terminales de micros (llamados aquí "camiones"). Muchos quedan, igual, o piensan que esta ciudad en algún momento se vacía?

Ayer tuve un momento de caos cuando a la hora de hacer un trámite bancario me confundí de banco... y me dí cuenta quince minutos antes del cierre. Por suerte había uno cerca y llegué a tiempo. A la noche hice maratón de series y me quedé jugando con mi chiche nuevo (me compré una bonita y liviana tablet), y obviamente hoy me levanté tarde. Bah, me desperté bien temprano, dí un par de vueltas... y seguí durmiendo.

A las 11 me levanté con hambre y decidí regalarme un desayuno en la plaza de Coyoacán. Café, huevos revueltos, jugo de frutas y hot-cakes, en un restorán muy lindo y con música llegando de la plaza. Luego decidí caminar hacia otra zona del barrio, por la calle Francisco Sosa. Súper linda, tranquila y pintoresca. Un mozo se me acercó a preguntarme algo y en lugar de "señorita" me dijo "damita", awwwww. Mientras sacaba fotos y paseaba encontré un centro cultural donde, en ocasión de las fiestas patrias, había feria (gastronómica y artesanal), desfiles de trajes típicos, mariachis y danzas folclóricas. Estuvo muy entretenido, y comí varios tipos de chocolate gratis. Desaté mi fiebre consumista comprando algunas pavaditas, como un monedero con novios-calaveras y un queso ahumado. Todo muy bonito.

A la vuelta volví caminando por los Viveros, un parque lleno de verde y senderos con gente haciendo ejercicios. Me detuve a leer un cartel sobre las ardillas "son plaga, no las alimente y no las toque, que pueden tener enfermedades". Pasó de ser un bicho simpático a darme un poco de miedo, cuando atrás del cartel, taráaaaaan. Una ardilla me miraba a los ojos. Puta madre, qué cagazo me pegué. 

El clima está tranquilo, hace dos días que no llueve! Y se respira tranquilidad en las calles. Calculo que el lunes y martes el barrio y la ciudad van a explotar con los festejos patrios. Así que espero formar parte de ellos!

Como no pasó nada demasiado interesante, les dejo algunas curiosidades relacionadas con el metro de la ciudad:
- El metro tiene un sector de vagones exclusivos para mujeres. No pasa nada grave viajando en los "mixtos" (al menos no me pasó nada grave a mí), pero a veces los elijo porque viaja menos gente y se está más cómoda. 
- Las estaciones de metro en las que me moví (que no son muchas) no tienen escaleras mecánicas y hay que bajar tres, cuatro o más pisos de la calle al andén. Tampoco tienen banquitos para esperar. Todo esto se compensa con la alta frecuencia y velocidad del subte. Nunca lo esperé más de dos minutos. Son coches largos, con 10 vagones o más, y aún así van siempre con mucha gente. Cuenta la leyenda que en hora pico se hace imposible tomarlo.
- Las combinaciones de líneas se llaman "Correspondencias" y tienen el mismo nombre en todas las líneas que se cruzan. La estación "Hidalgo" tiene el mismo nombre en la línea 3 y en la línea 2 (en Buenos Aires, en cambio, tenemos combinaciones como Lima - Av. de Mayo o 9 de julio - Carlos Pellegrini - Diagonal Norte: ¿Por qué no le ponen "Obelisco" y ya?).
- El sistema de metro está cumpliendo sus primeros 45 años. Me sale la porteña agrandada de adentro y pienso "Oh, en Buenos Aires ya llevamos cien años!". Luego reviso los números: El subte en Buenos Aires transporta 1 millón de pasajeros diarios, tiene 83 estaciones y 57 km de vías (incluyendo el Premetro). El metro de Ciudad de México transporta casi 4 millones de pasajeros diarios, tiene 229 km de vías y 195 estaciones. O sea: en 45 años construyeron una tremenda red (que de todos modos siempre está llena) mientras que el subte de Buenos Aires está cada vez más colapsado... 

Pequeñas comparaciones que se me ocurren mientras bajo pisos y pisos de escaleras para viajar por la ciudad.

jueves, 11 de septiembre de 2014

México DF, día 10: algunos contratiempos

[antes de que sigan leyendo: no se preocupen! No pasó nada grave!]

Bueno... ya estamos a jueves y hace bastante (?) que no escribo. Estos días fueron cansadores pero productivos, de bastante trabajo. En el curso que estoy haciendo hay varias cosas que no entiendo, son todos expertos, pero con algo de atención aprendo bastante. Igual hoy me hice la rata, jiji, ya les contaré. 

El lunes arranqué el curso por la mañana. Bueno, "mañana" es un término relativo. El curso es de 10 a 12 y de 12.30 a 14.30. El recreo de las 12 es recreo de café... y el almuerzo recién después de las 14.30! Pero ya me voy adaptando a estos horarios locos. Después del almuerzo un rato de biblioteca y a casa. Nada destacable.

El martes arranqué la rutina igual, pero después del curso me fui a cambiar USD... Me dirigí primero a los bancos de "Tienda UNAM" (ahí hay de todo, incluyendo varios bancos). Hice la fila y cuando llego a la caja "no, sólo podés cambiar divisas si tenés una cuenta en este banco". Voy al banco de al lado a consultar, y lo mismo. Pero ahí un empleado me explicó que en una casa de cambio podía cambiar sin dramas, y me mandó a la más cercana: tomás el metro, bajás en la próxima estación, salís a la izquierda por Eje 10 hasta la esquina con Av. Universidad, ahí hay un WallMart con casa de cambio. Ah, genial! Acá nomás. PUES NO. El muchacho me hizo un esquemita donde parecía que de la estación al WallMart había una cuadra, pero eran más o menos diez. La bendita plaza comercial no aparecía más. Y yo con campera (¡es que a la mañana hacía frío!), caminando sin saber muy bien cuánto faltaba. Al fin llegué, hice el trámite, me fui... "bueno, busquemos un lugar para comer". Sólo había autos y colectivos (aquí llamados "peseros") y autos y colectivos. Mah sí, volví al metro y a "mi" barrio donde al menos conozco las cosas y algunos restaurantes. Al final regresé a casa con la panza y la billetera llenas. Bueno, llenas... Tampoco piensen que soy millonaria.

Al día siguiente... me quedo dormida. Esto de dormir de corrido sin molestias del embarazo se hace vicio... Pero sin apuro me levanto, me arreglo y estoy lista para salir. Teléfono, mochila, llaves... llaves? ¿Dónde están las llaves? ¿¡Y las llaves!? Y bueno, las llaves no aparecen por ningún lado. Ya fue. Empiezo a hacer memoria y recuerdo haberlas tenido en la mano cuando fui a la oficina de la dueña de casa... y seguro que están ahí. En esa oficina frente a mi dormitorio que está cerrada con llave. "Bueno, la llamo a la señora y se arregla todo". No tengo crédito en el teléfono. Arghhh. Podía haber salido de casa sin drama, se puede salir sin llave... pero no se puede volver a entrar. Ya fue... esperemos a que venga alguien. Me tiré en la cama a mirar series (última temporada de The West Wing, llegué 7 años tarde pero qué buena que está!) y a esperar whatsapeando con las chicas. Al rato se me ocurrió que dado que la dueña de casa vive acá al lado, podía ir a tocarle el timbre. Salí, trabé la puerta de salida, ubiqué a la señora que al rato vino y sí... efectivamente ahí estaba mi llave. Y así se fue la mañana. 

Llegué a la facu para el 2do turno de la clase (menos mal que tienen estos horarios locos!) y luego el profesor que organiza todo me invitó a almorzar, junto con el profe que dicta el curso y otras dos chicas. Estuvo bueno, conversamos un poco de todo: cosas académicas, religión, gastronomía y chistes varios. 

A la noche fui a cenar y comí rico... pero tal vez demasiado abundante. Pasé toda la noche descompuesta y cansada, me desperté un par de veces de madrugada, digamos que estoy viviendo The full pregnancy experience, para que no parezca que todo es dulce en esta espera. Por este motivo hoy me levanté tarde y hasta no sentirme óptima no salí de casa. ¡Por eso mi rateada! 

El último contratiempo fue la granizada que me agarró mientras comía en el hermoso patio del instituto. Pensé que eran pelotitas que caían de algún árbol... pero no. Así que levanté mis petates y terminé de almorzar en el pasillo :P 

Algunos detalles que voy descubriendo: no hay regalitos de perro en la calle, una puede caminar mirando hacia adelante casi sin peligro de pisar una sorpresa :D Tampoco hay muchos perros ni gatos sueltos por ahí, aunque sí hay mascotas que pasean con sus dueños (ayer ví mis primeros chihuahuas mexicanos auténticos). Y en los patios y terrazas de la UNAM hay ¡ardillitas! A los saltos por todos lados. Pero son muy rápidas y aún no pude sacarles fotos. 

La buena noticia para compensar los pequeños contratiempos: ¡lunes y martes próximos son feriados! :D Así que ya voy pensando los paseos a hacer.

Nos vemos pronto! No sé a qué hora, pero en el mismo lugar.