domingo, 15 de febrero de 2015

Bajada de línea

Yo sé que lo que voy a decir acá no es nada nuevo, nada que no hayan pasado muchas mujeres y nada sobre lo que no se haya escrito ya. Pero bueno, para mi catarsis personal lo siento necesario. 

Cuando una mujer se entera que está embarazada puede vivirlo de mil maneras. No todo es felicidad absoluta. Por suerte en mi caso fue un momento de mucha alegría, que se fue incrementando a medida que pasaban las primeras semanas y todo iba bien. Mientras pasa el tiempo vamos compartiendo la noticia con más gente, y vamos ingresando en el "mundo mamis", todo aquel universo hasta ahora desconocido para algunas, que está habitado por infinidad de seres: no sólo mamás primerizas, abuelas primerizas y la propia familia, sino también médicos, comercios, publicidades, foros, libros, revistas, maestros y una infinidad de etcéteras que una no imaginaba. Todo el mundo tiene una opinión formada sobre la mejor forma de ejercer este nuevo rol de madre [todos: desde la gente en la que confiamos hasta aquellos a los que no les pedimos opinión], y muchos esperan que uno forme su propia postura acerca de todo lo que refiere al nacimiento y la crianza de nuestros hijos. ¿Qué nombre le vas a poner? ¿A qué escuela lo vas a mandar? ¿Cómo vas a manejar el sueño del bebé? ¿Cómo vas a organizarte con la lactancia? ¿Lo vas a bautizar? Muchas veces no es tan amable la pregunta, sino que se formula así: "No pensarás darle mamadera, NO?". "Que no se te ocurra dormir con el bebé". También lo he visto en amigos con hijos: ante cada acción o movimiento del niño y del padre habrá otro [un familiar, un amigo con chicos más grandes, un amigo sin hijos o un ilustre desconocido que pasó por la reunión] que va a opinar sobre la mejor forma de criarlo. "Es que vos no lo dejás hablar, y por eso no aprende". "Es que le hablás demasiado, y lo apabullás". "¿No sería hora de que empiece a caminar?" "¿Por qué no vas pensando en sacarle los pañales?" "Qué niño desapegado, seguro le falta afecto". "Qué pegote que es con la madre, seguro que quiere un hermanito". 

Uno, básicamente como todo en la vida, hace lo que puede. De acuerdo a ciertas convicciones / ideologías / creencias, pero hace lo que puede. Uno de los mejores consejos que me dieron cuando conté que estaba embarazada fue "no sigas ningún consejo". Y otro "lo más importante es la flexibilidad". Ser flexible, tener capacidad de adaptarse a una nueva situación sin jurar de por vida fidelidad a una u otra manera de criar. Estoy en contra de los fundamentalismos, no sólo los religiosos sino también los progresistas y/o naturalistas. ¿Cómo, fundamentalismo progresista? Sí, el progre suele ser tan rígido en sus posturas como el más duro de los padres autoritarios. ¿Naturalistas? Sí, el discurso que plantea que todo lo mínimamente "cultural" es dañino, como la cesárea, la incubadora, la mamadera, la niñera, el shampoo antipiojos y oh! mala palabra!, la vacunación. Como si el amor, la crianza y la familia no fueran construcciones culturales... 

Quiero creer que, aún en el medio del terremoto transformador que es la maternidad, conservaremos cierto criterio y cierta capacidad crítica para no comernos cualquier buzón que quieran vendernos respecto de la crianza. Y poder distinguir entre los buenos consejos y aquellos [la mayoría] que sólo intentan convencerte de que estás haciendo todo mal y que vas a sufrir hasta que compres, completito y sin chistar, su dogma.