domingo, 26 de octubre de 2014

México DF, día 54: pequeñas escenas de la vida chilanga

Estos días fueron intensos, cansadores y de bastante trabajo. Pero sumé unos cuantos paseos y cosillas como para ir contando en el blog. Me quedan pocos días de viaje... espero que cuando vuelva a casa y a la rutina me sigan leyendo. 

El fin de semana pasado llovió, llovió y por las dudas... llovió más. Yo además tenía laburo porque debía entregar mi informe, así que sólo salí por la zona de casa y me quedé trabajando. El sábado a la noche salimos con una compañera argentina, que vive por acá cerca; fuimos a la Cineteca Nacional, un complejo de cines no comerciales donde pasan pelis de todo el mundo, muy grande, con barcitos y salas muy cómodas. Está re-cerca de casa y está buenísimo, no sé cómo no fui antes. 

El domingo salí a desayunar, leer y hacer compras por el barrio, y luego a quedarme en casa trabajando con el sonido constante de la lluvia. Por la noche aplacó la tormenta y comenzaron a escucharse unos mariachis, que estuvieron de serenata por la cuadra como una hora. Hoy también escucho mariachis pero más alejados, están en una fiesta en una casa acá a la vuelta. Y pasa, como todas las noches, el vendedor que anuncia "compre sus ricos tamales oaxaqueños, hay tamales oaxaqueños, tamales calentitos". Todas las noches a la misma hora. Lo voy a extrañar.

Durante la semana seguí avanzando en el trabajo. El miércoles y jueves hubo paro universitario de 24 hs. en solidaridad con los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. El miércoles por la noche hubo una marcha masiva, muuuuy masiva, de antorchas y velas, hasta el Zócalo, para pedir justicia y aparición con vida de los estudiantes. Y el jueves hubo cortes de calles y muchas universidades de todo el país se sumaron al paro. Justamente el jueves yo debía encontrarme con un grupo de estudiantes y antropólogos para hacer una visita al sur de la ciudad. Tenía que estar a las 7.30 en CU así que salí súper tempranito desde casa. Aún era de noche cuando llegué al instituto... no había pumabuses, y ahí me fui enterando además de los cortes de calles, que complicaron la llegada de los profesores y el resto de los compañeros. Salimos bastante tarde y llegamos a destino también tarde, porque el tráfico era un infierno. Al sur de Xochimilco nos encontramos con unos habitantes de allí, que nos estuvieron contando historias de aparecidos y leyendas por el día de muertos. Desde allí saldríamos, con ellos, hacia otro lugar cerca, pero cuando supe que había que subir un cerro y eso implicaba bastante esfuerzo (sumado al cansancio que yo ya traía) decidí volver. Me quedé con las ganas, pero no quise arriesgarme, así que emprendí la vuelta en auto, luego camión y luego metro hasta casa. En un día difícil, la ciudad me dejó agotada. 

Ayer por la mañana fui a desayunar a un lugar muy bonito y rico a la vuelta de la Casa Azul de Frida Kahlo. Me lo habían recomendado, pero siempre que pasaba estaba cerrado. Acá (al menos en Coyoacan) los bares y cafeterías tienen una política de "abrimos cuando llegamos y cerramos cuando nos vamos" --> imposible enganchar el horario. Luego me fui a visitar a Frida, finalmente, después de casi dos meses de vivir a cuatro cuadras jajaja. El Museo Frida Kahlo es la casa donde ella y Diego Rivera vivieron durante años. Tiene un acervo de obras muy pequeño, sólo un par de salas, pero puede conocerse toda la casa, que es hermosa, y sentirnos un poco testigos de la dramática e intensa vida de la artista. La casa, además, está buenísima, y está muy cuidada. Tiene un hermoso patio y había, además, una muestra de los vestidos de Frida, que tenía un estilo muy particular. 
El museo es un poco más caro que los del resto de la ciudad ($80 los días de semana, $100 los findes), y hay que pagar un extra para poder tomar fotografías en el interior. Aún así es lindo para visitar en un recorrido por Coyoacán, y es una visita cortita. Puede que en fin de semana haya mucha espera para entrar.

Los últimos tres días estuvieron lindos, templados y sin lluvia, con algo de sol. Al salir del museo de Frida decidí ir en camión (autobus) a CU, ya que había uno que paraba justo en la puerta del museo. Bueno... claro... no tuve en cuenta el tráfico de la ciudad, ni que el bus para en cualquier lado para levantar pasajeros, ni que me pasaría de largo porque me puse a escuchar música y me perdí el aviso del conductor. Por suerte el mismo chofer me explicó cómo tomar el bus de regreso, pero madre mía, demoré 1 h 40 en hacer un recorrido que en metro me habría llevado, como mucho, 45 minutos.

Hoy hice dos visitas, una sola y otra acompañada de un matrimonio amigo de la familia (con los que hablé en argentino toda la tarde wiiii). Primero fui al Palacio Nacional: no quería dejar sin visitar los murales de Diego Rivera que cuentan la historia de México en hermosas imágenes. Luego, me encontré con mis compatriotas y fuimos al Mercado de la Ciudadela, donde miramos de todo y compramos algunas cositas. En el tramo entre un lugar y otro, pasé dos situaciones que podríamos describir como "las puertas del infierno":
Situación 1 --> saliendo del Palacio Nacional por la calle de la Moneda, se abandona un estado de contemplación y reflexión histórica y política para meternos en la calle de la Moneda... llena de vendedores ambulantes donde TODOS gritan como locos lo que están ofreciendo. Y hay muuuuucha gente andando por pequeños espacios, chocándose entre sí, con bolsos y mochilas, turistas, vendedores, transeúntes, gente apurada que empuja. LA locura. 
Situación 2 --> entro en el metro, voy hasta Pino Suárez y ahí hago la correspondencia con la línea 1. Sábado, 14 hs, y sin embargo el andén que va en dirección a Pantitlán EXPLOTA de gente: hay tanta que los pasillos están llenos de personas que se amontonan intentando llegar al andén. No apto para claustrofóbicos ni para agorafóbicos. Realmente no sé cómo hacen. Pensé en sacar una compu, pero obviamente una aglomeración así es el paraíso para los pungas, y ni abrí la cartera. 

Por suerte el resto del paseo estuvo lindo, en buena compañía y con rica comida en el mercado. Regresé tras la merienda en el Café La Habana, y disfrutando de las luces desde el autobus que va por Av. Reforma. 

Encaro, ahora sí, la última semanita en el DF. Stay tuned.




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