viernes, 13 de marzo de 2015

Capítulo I

Estamos llegando al final del primer capítulo de tu historia, el capítulo que vivís dentro de la panza de mamá, días de pataditas y movimientos cada vez más fuertes. En el mundo exterior nos preparamos para recibirte y tenemos muchas ganas de conocerte, saber cómo será tu carita, tu carácter y cada detalle de tu ser.

Empezamos a escribir este capítulo mucho antes de tu nacimiento, cuando con papá empezamos a soñarte y a esperarte. Decidiste llegar en tu propio tiempo, enseñándonos a aceptar lo impredecible. Supimos de tu llegada y nos esperanzamos con que ese montoncito de células se sintiera a gusto en su nueva casa y siguiera creciendo. Cuando finalmente te vimos, unas semanas después, eras un bodoquito pequeño, del tamaño de una uña de mi mano, y nos sentimos estallar de alegría al escuchar cada uno de tus latidos. Ahora esos días en que te llamábamos "carozo" parecen lejanos, pero fueron el inicio de esta, tu historia.

La gente se fue enterando e ilusionando con tu llegada: abuelos, tíos, un mundo de amigos y familiares. Pasaron controles, viajes, paseos, trabajo, y hacia la mitad del embarazo te empezaste a hacer notar cada vez más: una panza que empezaba a crecer para adaptarse a tu tamaño, una casita a tu medida donde podías nadar a gusto, sacudirte, tal vez bailar. Te hablaba, aún sin saber si me escuchabas, y te canté canciones a pesar de que no sé cantar... tan sólo buscaba demostrarte que estaba todo bien, que crecieras tranquilo, que acá te esperamos para cuando te toque llegar.
Atrás quedan los días en que no sabíamos si eras nena o varón, y lejos también las discusiones y debates por tu nombre: hoy siento que siempre supimos que te llamabas Fabrizio.

En los últimos meses fuimos arreglando todo para tu llegada, recibiendo regalitos, preparando lo que será tu ropa, tus juguetes y tu nueva casa fuera de mamá. Una casa en la que vas a recibir visitas, vas a llorar por las noches, vas a jugar con tus amigos y vas a crecer... vamos a crecer juntos los tres. 

Tenés unos papás que quieren verte crecer alegre y feliz, una familia ansiosa por conocerte y un montón de amigos con los que vas a compartir tus días. Ahora solo resta descansar, esperar, y seguir soñando, como el primer día, con todo lo que vamos a hacer juntos.