viernes, 7 de agosto de 2015

Lactancia

Estamos en la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Entiendo que en medicina suelen usarse los "días de", "semanas de" y "meses de" no para hacer regalitos al que tiene esa enfermedad o hace esa práctica (ufa!) sino para desarrollar campañas de salud pública, difusión, concientización, etc. Bueno, yo no soy quien para concientizar a nadie ni hacer divulgación científica sobre algo que no conozco más que por mi experiencia. Simplemente  la fecha me pareció buena excusa para volcar algunas ideas sobre esto de dar la teta. [Para ver con humor el lado masculino del asunto recomiendo este video de Ser Padre Es Medio Una Poronga]

***

Como ya conté acá, dar la teta puede ser bastante asqueroso. Mientras el niño toma de una la otra chorrea, o tal vez se le desborde por los costados de la boca, o tal vez él duerme plácidamente pero una, en lugar de dormir feliz ("aprovechá para descansar cuando el bebé duerme", sí, claro), tiene que sacarse leche para evitar dolores o inflamaciones o desbordes... Y como ya conté acá, lograr dar la teta con relativa facilidad (en vocabulario técnico: instalar la lactancia) es un trabajo a veces arduo y que requiere compañía y ayuda. No es fácil, pero nadie te lo dice. Lograr la comodidad y tener cancha para amamantar requiere de trabajo, esfuerzo y ganas. Esas ganas que muchas veces son auténticas pero muchas otras están influenciadas por el discurso omnipresente de dar-la-teta-es-lo-mejor-del-mundo. No niego que la lactancia materna tenga muchísimos beneficios, no soy nadie para explicarlos o repetirlos, pero es cierto que una se siente muy abrumada y que el dar-la-teta-es-fundamental-para-su-futuro-empezá-ya puede ser más abrumador todavía. Por eso mismo y recordando mis primeros días comparto lo que aprendí: paciencia, mucha paciencia de una para consigo misma y para con su hijo, y paciencia de los demás para con una.
Aprovecho para dejar un saludito para las puericultoras de la Suizo Argentina que me tuvieron toda la paciencia y más. Son unas genias.

***

Una vez que está instalada la lactancia (fua! qué vocabulario que manejo) la teta y lo que hacemos con ella se vuelve un asunto público. Una vez me encontré conversando con un señor mayor en el bondi sobre si le doy el pecho o no, si además le doy mamadera, si me saco leche con el sacaleche, cuánto tiempo tomaron el pecho sus hijos, si su nuera da el pecho o la mamadera (porque los señores dicen "el pecho", no "la teta") ... ¡Estoy hablando de MIS tetas con un desconocido! Jamás lo habría imaginado.
A medida que adquirimos práctica vamos acostumbrándonos a alimentar al bebé en cualquier lado. En el taxi, por ejemplo, con la campera y la mochilita y el bolso y dando indicaciones al tachero por qué calle ir (¡Señor! ¡Estamos en Flores! ¡Esta no es Av. Corrientes!). O sentada en el pilar de un farolito en la calle, intentando taparme un poco para que el trapito de la cuadra no mire. O en un restaurante, pero eso me da cosa, porque a ver si todavía el bebé vomita y bueno, será natural y todo pero es un asco. 
Lo más loco que me pasó fue en mi primer teteada en el espacio público, en la puerta del Recoleta Mall. Me acomodé con el bebé, me senté en un banco de plaza y mientras mi marido compraba algo yo me quedé ahí, teteando. Un flaco que hacía la fila para sacar entradas para el Bafici se acercó, se sentó detrás mío al lado de un árbol, y me empezó a mirar. Me dio miedo que quisiera afanarme, y habría podido hacerlo: yo con el pibe prendido y aún con los puntos y los dolores no podía moverme mucho. Pero no... así como quien no quiere la cosa apuntó con su celular para donde yo estaba y clic. Habrá sacado un par de fotos y se fue, lo más pancho. ¿Las habrá subido a Instagram? ¿Le habrá parecido tierno, cool, un horror? Sea como sea me sentí incómoda. La posibilidad de sacarle fotos a cualquiera en cualquier lado es algo que no me gusta de la modernidad 2.0. Una no tetea en público por exhibicionista ni por polémica! ¡El pibe tiene hambre, qué andás sacando fotos!?

***

Antes de que naciera mi hijo leí esta nota de Revista Anfibia. Lo que más me gustó fue esta frase hablando sobre los primeros días como madre y como amamantadora: "aterrizas, torpe, en un universo que sospechas, pero desconoces, y sólo cuando estás ahí, envuelto en una nube espesa de preguntas, empiezas a dudar de tu capacidad para encontrar las respuestas." En una madrugada de desvelo y recordando ese escrito me puse a tomar notas. (A pesar del cansancio, también hay desvelos. Otra vez, "dormí cuando el bebé duerme" no siempre funciona). Algo me hacía ruido. Ahí estábamos, Fabri y yo, tres meses de lactancia exclusiva (pero con pezoneras) luego de unos primeros días de jeringuitas y leche de fórmula. Pero algo me hacía ruido. "¿No podés dar sin pezonera?" me decían. "No, no agarra". "¿Pero no intentaste sacárselas?" "No sé, no sé si quiero, con esto se prende, ya no quiero ponerme más presiones, si le sirve así buenísimo". Las pezoneras son  súper útiles, pero son un rompedero de pelotas (o habría que decir "un hinchadero de mamas"?): hay que limpiarlas bien, hay que tener una a mano cada vez que él quiere comer, no tengo que olvidarmelas. Recuerdo una de las primeras visitas a la casa de mis viejos con el bebé. Me olvidé las pezoneras. Me dí cuenta cuando el bebé lloraba y tenía hambre (La peor pesadilla: ¡soy una mala madre!). Mi mamá y la vecina fueron rajando a la farmacia, compraron unas y santo remedio. Rompen las pelotas, pero alimentan a mi hijo. Así que basta. Aguanten las pezoneras.
Un tiempo después, él mismo me la saca y se prende solito. Chau pezoneras. Gracias por los servicios prestados. Pero algo me sigue haciendo ruido. Cuando digo que vamos cuatro meses de lactancia exclusiva (y sin pezoneras!) me felicitan. Y ahí está... eso me molesta. Pensar en lactancia en términos de "éxito". Dar la teta y no caer en la tentación de la mamadera, y no quedarnos sin leche, y no bajar los brazos cuando empezamos a trabajar, es considerado "lactancia exitosa". Me molesta porque la contracara de eso es el fracaso... y el temor al fracaso. Siguiendo esta línea, fracasar en la lactancia es fracasar en lo más importante que tenemos para darle a nuestro hijo. Como si las mamás no tuvieramos suficientes temores o inseguridades. Lo peor es que esto nos lleva a pensarnos más exitosas (o sea: mejores) que esas que por equis motivo no dan la teta, o dan la teta y la mamadera. En lugar de apoyarnos entre "mamis" desconfiamos de las otras (como esa publicidad de aerosol antibacterial donde una mami desconfía de otra que deja que su hijo se ensucie y toque todo). Cada una hace lo que puede. Está bueno darnos ánimos y consejos en lugar de juzgar al otro, colaborar en vez de competir, rodearnos de gente que nos apoye y acompañe y tratar de que el resto nos resbale un poco. Llámenme idealista pero en un mundo tan competitivo no quiero que la crianza de mi hijo también sea una competencia.
Tal vez peque de optimista o de ingenua. Pero si hay algo que me hace ruido, que me molesta, es cuando los demás opinan sobre la vida de uno, cuando creen hacerlo desde una posición de autoridad y lo hacen con condescendencia, cuando consideran que su forma de ser es la mejor y la única. Y más aún, cuando ese discurso está dirigido a las mamás (y un poco menos a los papás). Todos creen tener LA POSTA de cómo criar a los hijos... en especial a los hijos ajenos, claro está. 

Deseo que la lactancia a demanda no signifique "a costa de la vida de la madre", que demos la teta porque nos gusta, no porque "hay que" dar la teta y entonces andamos entristecidas y agotadas pero "exitosas" lactantemente hablando. Que no necesitemos andar explicando cómo alimentamos y cómo criamos a nuestros hijos.
Como comenté en mi Facebook parafraseando a un texto que andaba circulando por ahí, doy la teta porque está buenísimo, porque me sale, y porque me mata de amor cuando la busca con su mano o con su nariz, o cuando la suelta, me mira, se mata de risa y sigue tomando. Porque como todo, es una etapa que pasará y que espero disfrutar lo más posible. ¿Cuándo dejaré de darle teta? No tengo idea. Ya veremos, sobre la marcha, como todo.