sábado, 18 de octubre de 2014

México DF, día 47: nada especial, o todo especial

Hoy es sábado, mi anteúltimo sábado de paseo por México. Me lo tomé nuevamente para pasear por el barrio. La mañana arrancó gris, así que salí con paraguas... estos días tuve la horrible sensación de que lo había perdido, cuando simplemente estaba en otra mochila. Por suerte en la semana llovió poco y no lo necesité. Los días estuvieron lindos y frescos, ideales para salir a caminar por CU hacia los restaurantes cercanos o para comer leyendo tranqui en el patio del instituto.

Este fin de semana decidí no salir mucho, tengo bastante trabajo que hacer antes de irme y mi cuerpecito pide un descanso. Hoy me fui a desayunar, caminar y almorzar por Coyoacán, sin cámara de fotos, recorriendo algunas calles ya súper conocidas y otras nuevas, disfrutando que era temprano y (sea por eso o por el día gris) no había tanta gente. Una de las calles principales del centro está cortada, en plenos arreglos, con algunas partes con olor feo y otras con mucho ruido por los camiones descargando arena y piedras. Pero las otras callecitas estaban tranquilas y las casas y restaurantes le pusieron al día el color que le faltaba. 

Este post es bastante nostalgioso (el día ayuda) porque caigo en la cuenta de que ya se está terminando el viaje; pronto tengo que entregar mi informe final, incluso mi tutor me dijo "eh?! ya te vas?!". Con los otros becarios organizamos un almuerzo para vernos todos antes de que me vaya, y ya organizo los días que quedan: cuándo voy a ir a tal lado, cuándo al mercado, a qué lugares seguro ya no iré. En los viajes el sentido del tiempo se altera, y lo mismo dicen del embarazo... dicen que todo pasa muy rápido, y sin embargo para mí es bastante lento. Tengo la impresión de que fue hace mil años que caminé por estas mismas cuadras con las valijas encima, buscando un teléfono público para llamar a la dueña de casa con temor a quedar varada. Es que uno hace tantas cosas distintas a su "vida normal" que el tiempo transcurre... diferente. 

Ya pasaron los colores patrióticos de septiembre y la ciudad se viste de muertos y de Halloween. Hay decoración de calaveras y calabazas en todos lados, y calculo que irá aumentando hacia fin de mes. Supongo que apenas pasado el día de muertos todo se vestirá de Navidad (¡eh?! ya Navidad?! Y sí... acá veo arbolitos navideños desde que llegué). La lluvia parece aflojar y el clima enfriarse, pero en cuanto uno cree que el clima cambió... llueve de nuevo. 

La ciudad parece menos hostil, será que uno se va acostumbrando. Ya le tomé el tiempo a los peores horarios del metro, ya no puteo si el pumabus está lleno y en cambio me tomo un taxi compartido, por suerte ya no me molestan (tanto) los olores de las comidas en la calle (¡gracias segundo trimestre!). Tampoco me indigno si algún bar al que pensaba ir a desayunar está lleno... al menos en Coyoacán aplican eso de "abrimos cuando llegamos, cerramos cuando nos vamos" sin importar que sean las 11 y el cartel diga que abren a las 9. Lamentablemente me engolosino con esto de que me digan "señorita" en todos lados... volver a escuchar el "señora" va a ser un shock. Y no se asusten si estornudan y yo desde la otra cuadra les grito "salud!". Es que acá te desean salud siempre, incluso en el silencio de la biblioteca.

Prepárense, también, para escucharme hablar el triple de lo que hablo siempre. Acá anduve bastante solitaria, el día que salimos con los becarios (a un bar re lindo, estuvo genial la salida) estábamos todos a full charlando y descubrí que mi capacidad conversatoria no se esfumó (muajajajaj). 

En fin, a disfrutar los días de paseo y trabajo que quedan! Y basta de bloggear que este informe no se va a escribir solo.

Hasta pronto cuates!

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