sábado, 4 de octubre de 2014

México DF, días 29 y 30: Museo de Antropología y Paseo de la Reforma

[post largo, pero como en Elige tu propia aventura, pueden  leer "a la carta" y saltear los párrafos más nerds]

Un poco atrasada con los posteos, paso a contarles mis paseos-trabajo de lunes y martes. Dado que en estos días se desarrolla la Feria del Libro de Antropología e Historia, ubicada en el Museo Nacional de Antropología, era un buen momento para ir, de una vez, a visitar el museo. Además, quería hacer un poco de trabajo en la biblioteca, por lo que sabía que estaría bastante tiempo en el lugar.

El lunes, entonces, me dirigí al Museo, ubicado en el Bosque de Chapultepec, a unos 500 mts. de la estación de metro Auditorio, y un poco más de la estación Chapultepec. Para llegar a Auditorio tuve que combinar dos veces ("correspondencia", se llama aquí la combinación del metro), con mucha caminata por túneles y no sé cuántos escalones en subida y bajada. Luego encaré la caminata por la av. Reforma, que "parte al medio" al bosque de Chapultepec, y por allí circulan colectivos que acercan al museo. 

Al llegar a la explanada de entrada al museo, con árboles, fuentes y puestos de comida y venta de artesanías, me llamó la atención el sonido de unas flautas en vivo... me acerqué y ví en acción a los voladores de Papantla descendiendo de las alturas al son de la música. Luego entré al Museo y (gran error) me dirigí primero a la Feria del Libro, que está en el patio interior... claro, compré tres libros y luego tuve que cargar la bolsa por todo el recorrido museístico. Muy incómodo. 

En la entrada al museo ya se exalta con frases grabadas en las paredes la grandeza del pasado prehispánico mexicano. El museo tiene dos pisos, en forma de "U": la planta baja está dedicada a "lo arqueológico" y la planta alta, a "lo etnográfico", a los pueblos indígenas mexicanos actuales. El  recorrido puede encararse de dos maneras: prestando atención a cada detalle, o visitando las "grandes estrellas" del museo (la Piedra del Sol, la Coatlicue, las cabezas olmecas). Todo dependerá del tiempo y las ganas que tenga cada uno, ya que no siempre se cuenta con una tarde completa para dedicar al museo. A continuación, mi comentario, con algunas observaciones "críticas", del recorrido de la muestra permanente de arqueología. 

[a partir de ahora el post se vuelve mesoameriñoño, pueden dejar de leer que no me ofendo] 

Desde la entrada, ingresando hacia la derecha hay dos salas más bien generales, no específicamente mexicanas:  una titulada "Historia de la Antropología" (que es más bien historia del proceso de hominización) y otra dedicada al Poblamiento de América. Se incluyen muchos cuadros explicativos, vitrinas con objetos y cráneos, reconstrucciones y mapas, es todo bastante atractivo visualmente. Cualquiera de las salas puede visitarse en forma independiente, ya que todas tienen entradas desde el patio central. Por las salas contiguas se realiza todo un recorrido histórico por el Altiplano Central mexicano, desde las primeras aldeas hasta Teotihuacán, el "Epiclásico" del centro de México y los Toltecas, para llegar a la sala central, ubicada justo enfrente al patio: la sala mexica. A ver... puse "epiclásico" entre comillas porque es un término bastante especial. La cronología mesoamericana se divide a grandes rasgos en: Preclásico - Clásico - Postclásico. El término "epiclásico" es utilizado sólo para la cuenca central mexicana entre el Clásico y el Postclásico (no se usa en periodizaciones mayas ni oaxaqueñas ni de otras regiones), en un intento a mi entender forzado de mantener continuidad de ocupación y de "grandes culturas" en una región. Parece difícil asumir que entre Teotihuacán y "lo que vino después" haya habido un bache... Otra cosa que no me gustó mucho de la sala teotihuacana (que sí, tiene cosas muy interesantes) es que incluyeron ahí (y no en la sala maya) a la escultura 31 de Tikal. Claro, esta escultura es tomada como una de las principales "evidencias" de la injerencia de Teotihuacán en el área maya, pero aún así... me pareció mucho. 
La sala mexica es de las más interesantes, ya que allí todo está muy bien explicado: las generaciones de tlatoanis, la historia de la expansión mexica, las alianzas y conflictos con los vecinos, los atributos de los dioses... todo acompañado de una gran cantidad de esculturas, siendo las más famosas la Piedra del Sol y la Coatlicue, pero con muchas más cosas interesantes para ver. Vale la pena detenerse un rato en esta sala, que aún siendo de las más visitadas es suficientemente amplia para no sentirse apabullado (vale destacar que fui un día de semana). 
En el otro sector del museo se encuentran lo que podemos llamar "las otras regiones" o "todo lo que no es Altiplano central", jaja: la costa del Golfo, las culturas de Oaxaca, el área maya y el Occidente de México (Michoacán, Guerrero, Colima, Nayarit). En la sala del Golfo encontramos dos cabezas colosales olmecas, en la sala maya muchas estelas (aunque nunca se aclara si son originales o reconstrucciones) y en todas ellas muchas figurillas de cerámica o barro. Y si bien todo lo que se expone en las salas me encantó, me dio la impresión de que no estaba bien explicado, contextualizado o incluso iluminado; hay unos maravillosos incensarios mayas en la entrada de la sala, pero no pueden disfrutarse por la cantidad de brillo y reflejo que pegaba en las vitrinas... una pena.

[los no-ñoños pueden seguir leyendo desde acá]

A la salida cometí el segundo error: ir a tomar el metro en hora pico. Por el cansancio decidí ir hasta Metro Chapultepec en bus, no me importaba cuánto demorara... sólo me interesaba ir sentada. Pero claro, 18.30, de Chapultepec y estaciones subsiguientes, en dirección Pantitlán, entra en el metro una cantidad impresionante de gente que desafía todas las leyes de la física y la biología (¿cómo es que había oxígeno para todos ahí adentro?). Luego de dejar pasar dos trenes, logré acomodarme en un vagón exclusivo de mujeres... pero no tuve en cuenta que la gente seguiría subiendo, aplastando con codazos y carteras o con su propio cuerpo. Años de viajar en el Sarmiento no me habían preparado para eso. En Balderas salí eyectada junto con la marea humana y demoré un rato en recuperarme. Por suerte el siguiente tramo de metro fue en mejores condiciones y hasta pude volver sentada y leyendo... Para el día siguiente aprendí la lección y volví a las 20 hs: otro mundo.

El martes, previendo el asuntillo del regreso a casa, salí más tarde. Al bajar del metro, en lugar de ir directo al Museo para aprovechar su biblioteca, fui a pasear por la Avenida Reforma. El día estaba hermoso y se prestaba para la caminata: amplias y arboladas veredas, edificios muy modernos y, a pesar de ser súper céntrico, comodidad. Hay sistemas de bicicletas "municipales" que la gente toma en distintas estaciones: muy práctico, excepto por el hecho de que muchos ciclistas, en lugar de tomar la bicisenda, van por la vereda. Otra queja: en los semáforos (muy bien sincronizados y con segunderos para peatones) las motos tienen la maldita manía de pasar en rojo. Tienen el cuidado de frenar un poquito para intentar no pisar a nadie, pero igual te pasan zumbando! Llegué por ese camino hasta dos hitos: la fuente de la Diana Cazadora, muy bonita, y el Ángel de la Independencia: un pedestal conmemorativo, una columna, y en su cima una escultura de bronce y oro de la Victoria Alada [comúnmente conocida como el Ángel]. Fue inaugurada en 1910 como celebración del centenario de la Independencia, y desde entonces es un ícono de la ciudad. [Y por ello fue ahí donde manifesté mi repudio al pinche Robben por su zambullida en los octavos de final].

En Reforma hay muchos locales de comida, no muy baratos, pero en las callecitas adyacentes hay lugares lindos para visitar y recorrer. Por la Avenida pasan buses hacia el Bosque de Chapultepec, y hacia allí me dirigí nuevamente. Trabajé por la tarde en la biblioteca y regresé más tarde que el lunes para no viajar tan apretada. Por las rejas del Bosque, caminando por Reforma, pude ver una muestra fotográfica al aire libre del diario La Jornada, que celebra los 30 años de esta publicación con imágenes emblemáticas (e impactantes) de las últimas tres intensas décadas de historia mexicana. 

Comentarios finales: el Museo de Antropología es una de las visitas "obligatorias" del turista en México, y vale la pena dedicarle, sino una tarde completa, al menos un rato. Hay otros atractivos cerca, como el resto de los museos al interior del Bosque de Chapultepec y la Av. Reforma en sí misma. Tiene restaurante y cafetería en su interior, se come rico y tranqui. Si gustan caminar, es un paseo ideal. Si no... a tomar buses o taxis... o caminar igual :-)


Sala Teotihuacan

Piedra del Sol 

Pinche Robben

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