sábado, 20 de septiembre de 2014

México DF, día 19: Bazar de sábado

El verano se despide del DF con un día espléndido. Bah, ayer también estuvo lindo el día, bien despejado, hasta las 3 de la tarde que se largó una súper tormenta y me agarró sin paraguas :-( Ayer terminé muy cansada y dormí un montón. Hoy me levanté algo tarde, remolonée, hice un primer desayuno y así zombi salí a la calle... sin protector solar. Error.

Me estoy acostumbrando a hacer desayunos grandes, aunque hoy cambié los huevos revueltos por hotcakes (una especie de waffles). Pedí manteca en lugar de miel, "no, no tenemos". Al rato vinieron con la traducción "manteca no tenemos, pero sí mantequilla". Eso es! ¡Mantequilla! Luego, bien energizada, salí para el paseo del día, el Bazar de Sábado en el barrio de San Ángel. 

Queda cerca, a unas 20 cuadras de donde estoy... en condiciones normales las caminaría, pero me fui a buscar un pesero (el bondi de cercanías se llama así, porque en algún momento supo salir un peso, pero ahora sale $5). Igual para llegar a él debí caminar bastante y dar toda la vuelta al vivero. [Primer queja del día: la estación de metros y bondis "Viveros" no tiene entrada al Vivero. O sea: para ir al transporte público hay que dar toooooda la vuelta al parque , que tiene puertas y está todo enrejado, en lugar de cruzarlo en diagonal. La caminata es linda, pero ponganse las pilas!] 

San Ángel es un barrio en cierto modo similar a Coyoacán: era un pueblo colonial que en el siglo XX se vió engullido por la metrópolis, pero guarda cierto encanto. Tiene callecitas empedradas y angostas por donde caminar, iglesias bien viejitas y dos plazas que los sábados se llenan de gente. Hay una feria, o "tianguis" (palabra nahuatl para "mercados"), de artesanías, donde se puede comprar de todo: ropa, joyas y bijou, textiles, artesanías en madera, remeras pintadas, de todo un poco. Los pasillos son angostos, así que hay que ir con paciencia porque se llena de gente enseguida. En los alrededores del mercado hay muchas tiendas de arte y casas de artesanías, además de vendedores ambulantes de lo que se les ocurra, y mucha gente pidiendo. En diagonal al mercado hay una plaza que también está llena de gente, vendedores, artistas exponiendo sus cuadros, hoy había un concierto de rock y muchos puestitos de comida. Me ofrecieron un unguento extraño "anti-estrés" que me pusieron en las manos, y me regalaron una cucharadita de helado de jamaica (una flor con la que también se hace una bebida, el "agua de Jamaica") que me tentó, y me terminé comprando un vasito... Muy refrescante para un mediodía de sol y calor como hoy.

Es un muy lindo lugar para pasar la tarde de sábado y comprar cosas. Yo me conozco y fui con poco dinero para no gastarme todo ahí. También hay muchos barcitos, restaurantes y galerías de arte. El tema es que hay mucha gente y poco lugar para sentarse. Cerca del Bazar está la Casa-Estudio de Diego Rivera, pero cuando quise ir realmente ya no tenía energías. Tal vez más adelante vaya de nuevo.

En el regreso, luego de almorzar, me volví en pesero hasta los Viveros (o sea, hasta la otra punta de los Viveros). Mi idea era tirarme en un banquito a la sombra para leer, pero... [segunda queja del día] los viveros cierran a las 18, aunque se hace de noche 19.30. Dado que me quedaban pocos minutos y no quería quedar encerrada del lado de adentro, volví con tranquilidad a casa, refrescándome a la sombra y disfrutando del silencio y del verde del lugar. 

Opinión estrictamente personal [como todo el blog, en realidad, ja]: como paseo, me gusta más Coyoacán que San Ángel. Es más amplio y colorido, con más lugar para caminar, más lugares que visitar y más barcitos para elegir. En San Ángel el Bazar del Sábado abre, justamente, los sábados, a partir de las 11. Es chiquito y se recorre rápido. De todos modos, dado que Coyoacán y San Ángel son dos barrios muy cercanos, se puede ir de uno a otro en pesero, taxi, o incluso a pie [unas 15-20 cuadras] por lo que si uno tiene ganas y arranca el paseo temprano puede visitar ambos en un día. 

Fin del día: el sol de la ciudad me pegó bastante y llegué a casa aniquilada. Me espera una nutritiva (?) cena de queso y lomito ahumado que compré en un negocio del barrio. Veremos qué visita preparo para mañana, dependiendo del clima, de mi energía y del estado tomatoso de mi cara. 

Postdata: aunque la ciudad está buenísima y la experiencia más aún, extraño varias cosas de Buenos Aires. Obvio a mi marido (muaaaks!), a la familia (saludos a mis padres, a mis cuñados, a Lauti, a las tías!), pero también ciertas cosas cotidianas: mi almohada triangular, saber los recorridos de la mayoría de los bondis, los negocios de mi barrio (saludos al carnicero y al verdulero!), la pileta donde voy a natación, mi cocina (con una rica carne al horno con papas, cebollas y morrones mmmm) y los alfajores. Aunque no estaba comiendo muchos alfajores en Bs. As., ahora que estoy lejos me doy cuenta cuánto los quiero :D



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