sábado, 6 de septiembre de 2014

México DF, Día 5: sábado en Coyoacán



Creo que hoy me pegó el apunamiento (o altiplanamiento, no sé cómo se dirá acá). Hace calor, está un poco pesado y con el paseo del día me re cansé. Los truenos recién están arrancando a las 6 de la tarde y yo ya pienso en cenar e irme a dormir. 


No postié (¿o posteé?) sobre el Día #4 porque no fue muy atrapante para el público lector: estuve en unas Jornadas Académicas bastante buenas, obvio hubo algunas exposiciones más entretenidas que otras. Lo que me llamó la atención fue que hicieron un break para el almuerzo súper largo: 3 horas!! ¿Hay necesidad, siendo que no hay espacio en el instituto para dormir la siesta? 
Al regreso de la jornada caminé un poco cerca de casa hasta encontrar una taquería, me costó porque las aglomeraciones de gente eran en cafés (era la hora del café, no la hora del taco, pero bueno, hace hambre). Ah, y realicé una importante inversión: me compré un paraguas. Obvio que lo compré y dejó de llover. 
A la mañana me intenté comprar una "lapicera", "birome" o "bolígrafo" pero no me entendían. Señalé con el dedo "dame una de esas, ¿cómo se llama?". "Pluma". Tomen nota. Con una pluma.

Hoy sábado, primer día libre, lo tomé tranqui. Me levanté sin despertador (aunque mi pequeña criaturita se ocupa de despertarme temprano igual, generandome hambre o ganas de ir al baño en horarios locos), desayuné y salí de paseo. Día de sol: no olvidar el filtro solar. Arranqué con caminata hacia el centro de Coyoacán, a unas 10-12 cuadras de casa. Tipo 11 la plaza estaba tranquila, algunas personas desayunando tarde (ahora se dice "brunch", así que: personas bruncheando), algunos músicos, gente paseando. Al rato la plaza explotaba: los bares llenos, pibitos de todas las edades jugando, y gente muy elegante entrando y saliendo de la iglesia (bautismos, bodas, chicas de 15 con vestidos de colores), turistas, vendedores ambulantes... un mar de gente. 
Coyoacán es muy pintoresco, lleno de colores, sonidos y aromas. En los barrios las casas son grandes, por lo general protegidas por gruesos murallones y alambrados o rejas; todo pintado con mucho color. El centro tiene de todo: la iglesia, los mercados, el Museo de Culturas Populares, bares, heladerías, locales comerciales, muchos pero muchos puestos ambulantes (de comidas, de artesanías, de chucherías, de cosas dulces), músicos. Suena un valsecito por allá, algo tipo "mariachi" por acá, sale Thalía, o Arjona, o Shakira, o Luis Miguel de alguna radio, y una banda de músicos jóvenes canta temas de Los Cadillacs y La Mosca. 

Entro al Museo de Culturas Populares, me meto primero en la librería y me compro un par de revistas. En un momento me siento descompuesta, estoy por pegar la vuelta pero por suerte con agua fresca y descanso repunté. Menos mal, me estaba perdiendo todo lo que faltaba en el patio del Museo: una orquesta juvenil tocando con violines, cellos y algunos instrumentos de viento; talleres de cerámica y una feria gastronómica que tenía de todo. Me animé a probar algunas cosas, como miel pura, cereales con chocolate y jugo de tuna y pepino. Paseé un poco por el Mercado Artesanal, que tiene cosas bastante lindas. No compré nada porque por ahora debo moderarme con los gastos, pero ya ví varias cositas que me gustaron. I'll be back. 
Luego me fui a un restaurante muy lindo que había localizado y le entré a algo bien típico: pollo con mole poblano (una salsa con muchos ingredientes, incluyendo obvio pimientos y... chocolate!). Estaba bueno, aunque el pollo estaba frío y la gaseosa, caliente, mmm. Para el postre, me fui a la plaza a tomar un helado de dulce de leche, llamado aquí: paleta de cajeta. No es igual igual al dulce nuestro, pero estaba rico.

Ya para ese momento tenía bastante sueño. El día estaba lindo, sin lluvias, pero pesado. Es como si corriera menos aire, no sé, tal vez sean la altura y el smog. De todos modos, emprendí el regreso tranqui y seguí paseando. Me metí en el mercado no-artesanal, donde se puede comprar de todo: frutas, verduras, carnes, pescados, dulces, piñatas, ropa, banderas y guirnaldas. También hay puestos de comida. Justo enfrente, una pequeña plaza llena de pintores que ofrecen sus cuadritos. Cosas muy lindas: I'll be back 2. 

Luego de tres o cuatro cuadras ya hay menos gente, aunque queda un último punto neurálgico de turismo: la casa de Frida Kahlo. Desde afuera es muy grande, toda pintada de azul. Tuve la oportunidad de ir cuando estuve hace seis años en la ciudad, así que no es que mueeero por volver. Además había mucha fila para entrar y yo no daba más. Así que: tal vez vuelva. Hay tiempo, y me queda cerca.

Recién, en casa, con más agua fresca y un delicioso alfajor Jorgito que aún tengo en stock levanté un poco la energía. 

Les dejo algunas fotos para transmitir el color, aunque aún es complicado transmitir los olores. 

Parroquia y Ex-Convento San Juan Bautista

Textil expuesto en el Museo Nacional de Culturas Populares

Puesto de la feria Gastronómica 

Jardín del Centenario, fuente de los Coyotes y música para niños

Casa de Frida 


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